jueves, 1 de octubre de 2009

LA EXTRADICCION DE LOS HERMANOS OREJUELA


Jaque mate a ‘El Ajedrecista’.
El temerario camino que Gilberto Rodríguez Orejuela recorrió por el mundo del narcotráfico, llegó a su fin.
35 años después de su primera reseña judicial como integrante de la banda de Los Chemas, a la que se le atribuyeron varios casos de secuestro en el Valle del Cauca a finales de los años 60, el capo del extinto Cartel de Cali, conocido en el mundo de la mafia como El Ajedrecista, terminó en el escenario que siempre buscó eludir: una cárcel de los Estados Unidos.
Una resolución expedida por el gobierno Uribe Vélez, autorizando su extradición a una Corte Distrital de la Florida en Estados Unidos, finiquitó el interminable pleito judicial que libró el Estado colombiano contra Gilberto Rodríguez Orejuela. Un proceso sin fin que dejó a su paso escándalos de narcopolítica, eslabones de corrupción y de dinero fácil, asesinatos selectivos y violencia indiscriminada: un entramado delictivo que permeó a la sociedad colombiana.
Aunque la justicia norteamericana, a través de la DEA, tuvo en la mira a Gilberto Rodríguez desde 1972, cuando constató que junto a otros inmigrantes colombianos en Nueva York organizó una sofisticada red de cocaína, la justicia colombiana fue lenta en encausar al capo. La Aduana Nacional, desde 1975 lo tuvo en sus registros de narcotraficantes, pero esta simple reseña no le impidió convertirse, junto a su hermano Miguel en un reconocido hombre de negocios.
Dueño de los laboratorios Kressford, propietario de la cadena de farmacias Drogas La Rebaja, miembro de la junta directiva del Banco de los Trabajadores y la Corporación Financiera de Boyacá, socio principal del Grupo Radial Colombiano y uno de los principales dirigentes del equipo profesional de fútbol América de Cali. Una intensa actividad económica y social que le permitió moverse a sus anchas en el mundo empresarial, político o deportivo.
La primera jugada.
Sin embargo, su vida empezó a cambiar en noviembre de 1984, cuando la Guardia Civil Española lo capturó junto al narcotraficante Jorge Luis Ochoa. Después de una extenuante batalla jurídica, y eludiendo a la justicia norteamericana, que no cesó de requerirlo, fue extraditado a Colombia en 1986. Pero no demoró mucho en prisión. En octubre de 1987 recobró su libertad. El juez y los magistrados que lo absolvieron terminaron investigados penal y disciplinariamente.
De regreso a la clandestinidad, Gilberto Rodríguez Orejuela, su hermano Miguel y otros miembros del denominado Cartel de Cali fueron protagonistas de una violenta guerra narcoterrorista contra el cartel de Medellín. Incluso, la organización, años después, colaboró con la clandestina banda criminal de Los Pepes, que permitió la baja de Pablo Escobar Gaviria. Eran los finales de los años 80 y el ocaso de los carteles de la droga.
Sin embargo, Gilberto tuvo una tregua judicial mientras el Estado concentraba sus esfuerzos en desbaratar el aparato criminal de Pablo Escobar y el Cartel de Medellín, pero muerto Escobar en diciembre de 1993, junto a su hermano Miguel volvió a convertirse en el principal objetivo de la justicia. Más aún cuando se constató que su mano fue el detonante del narcoescándalo político del proceso 8.000, que develó los nexos entre la política y el narcotráfico.
Por eso su libertad terminó el 9 de junio de 1995, cuando el Bloque de Búsqueda de la Policía lo capturó en una casa del barrio Santa Mónica, en el occidente de Cali. Su hermano Miguel cayó preso dos meses después. Sobrevino entonces una larga pelea jurídica que saldó en su favor El Ajedrecista. Recibió una condena de 184 meses de prisión –su hermano Miguel fue condenado a 176 meses–, que le permitió en noviembre de 2002 reclamar su libertad por pena cumplida.
Duró cuatro meses libre, pero por un delito no confesado, en marzo de 2003 fue recapturado. Cuando esperaba saldar sus cuentas con la justicia colombiana, las cortes de Florida y Nueva York empezaron a configurar el jaque al rey. Y en diciembre de 2003 se formalizó la jugada maestra: por actividades de narcotráfico y lavado de activos realizadas después de diciembre de 1997, el gobierno de E.U. solicitó en extradición a Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela.
Jaque al capo.
Gilberto Rodríguez Orejuela lo niega rotundamente. Pero la justicia norteamericana, con declaraciones y testimonios confidenciales y otras pruebas judiciales, documentó que desde 1990 y hasta julio de 2002, el confeso narcotraficante se alió y confabuló con otras personas para exportar estupefacientes a los E.U. Y que así mismo promovió transacciones financieras con dineros ilícitos y perpetró actos de corrupción y violencia para impedir la acción de la justicia.
En su contra declararon, entre otros: el ex contador del cartel de Cali Guillermo Pallomari, la testigo Vicky Girón y los ex convictos y hoy colaboradores de la justicia norteamericana Harold Ackerman y Julio Cipriano Jo Nazco. De igual modo, lo acusó el también confeso narcotraficante venezolano Fernando Flórez Garmendia. Además de las acusaciones contra los hermanos Rodríguez Orejuela, resultó incriminado el hijo mayor de Miguel Rodríguez, William Rodríguez.
Con estos cargos empezó el desenlace de la partida entre el Estado colombiano y los Rodríguez Orejuela. En la primera semana de octubre de 2004, la Procuraduría conceptuó favorablemente la extradición de los dos capos. Luego lo hizo la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia. La defensa de Gilberto Rodríguez se jugó a fondo para evitar la extradición, y la familia del confeso narcotraficante hizo lo propio, incluso con la publicación de un impreso titulado “Historia de una injusticia”.
Pero la suerte del capo estaba echada. Ayer, a través de una resolución del gobierno Uribe Vélez, se autorizó su extradición a los E.U. A los 63 años de edad, con un preinfarto a cuestas y dueño de interminables secretos sobre los nexos de la mafia con la sociedad colombiana, que insistentemente ha proclamado que nunca revelará, Gilberto Rodríguez Orejuela terminó en el destino que en los años 80 los llamados “extraditables” lograron evitar a punta de terrorismo.
Un “intocable” terminó extraditado, y con él concluye un sombrío capítulo del narcotráfico en Colombia. Seguramente su hermano Miguel correrá la misma suerte. Pero no es el final de la interminable guerra contra el tráfico de estupefacientes, sin duda el peor lastre en la historia del país. ¿Cómo se ha reposicionado la mafia colombiana? ¿La extradición de los Rodríguez abrirá un nuevo escenario de negociaciones jurídicas con la justicia de Estados Unidos?
El camino es incierto. Lo único claro es que al gobierno de álvaro Uribe Vélez, como en febrero de 1987 lo hizo Virgilio Barco con Carlos Lehder Rivas, no le tembló el pulso para extraditar a un capo que durante casi cuatro décadas corrompió a la sociedad colombiana con el poder de su dinero ilícito. Además, como algún día lo reconoció Pablo Escobar Gaviria, quedó probado que la ruta del narcotráfico concluye en uno de dos destinos: la cárcel o cementerio.


LA EXTRADICCION DE LOS HERMANOS OREJUELA

LA EX
LOS GOLPES DEL GOBIERNO DEL EXPRESSIDENTE PASTRANA AL NARCOTRAFICO:


El negocio ilícito del narcotráfico considerado una de las fuentes de financiamiento de las organizaciones al margen de la ley recibe nuevos golpes militares en los departamentos de Antioquia, Nariño, Caquetá y Boyacá.
Buscar Mapa Contacto Registro Mi portal Enlaces Chat BUSCAR: Ejercito Nacional de Colombia Medios Institucionales Noticias Informes Especiales y Recomendados Resultados Operacionales y Estadísticas Club Lancita Televisión Institucional Emisoras del Ejército Publicaciones Galería de Imágenes Encuestas Nos Escriben Destacados Inicio » Medios Institucionales » Noticias » Positivos resultados operacionales contra el narcotráfico Positivos resultados operacionales contra el narcotráficoNoviembre 04 de 2005 El negocio ilícito del narcotráfico considerado una de las fuentes de financiamiento de las organizaciones al margen de la ley recibe nuevos golpes militares en los departamentos de Antioquia, Nariño, Caquetá y Boyacá. El primero de ellos se registró durante el desarrollo de la operación ‘Escorpión’, en la cual tropas del Batallón de Contraguerrillas No. 10 ‘General Rafael Uribe Uribe’, adscritos a la Séptima División decomisaron 850 kilos de hoja de coca en proceso, 400 galones de gasolina, 300 kilos de cemento y 250 kilos de cal, en el municipio de Valdivia (Antioquia). Luego, en la vereda Tres Cruces del municipio de Puerres (Nariño), unidades de la Tercera División localizaron y destruyeron cuatro hectáreas de coca, al tiempo que en la vereda San Pablo de Ricaurte, del mismo departamento, erradicaron otro cultivo ilícito conformado por cerca de 12.000 matas de coca. De igual forma, en la operación ‘Fulminante’, los soldados del Batallón Plan Especial Energético Vial No.5 ‘General Juan José Reyes Patria’ se incautaron de dos kilos de base de coca, durante el desarrollo de la acción ‘Labrador’. Por otra parte, efectivos del Batallón de Infantería No.1 ‘General Simón Bolívar’, en la vereda La Esmeralda del municipio de Chivor (Boyacá) ubicaron y destruyeron otra hectárea de coca. Finalmente, en el departamento de Caquetá, un integrante del narcotráfico fue capturado por tropas del Batallón de Infantería de Montaña No.36 ‘Cazadores’, en el municipio de Puerto Rico. El aprehendido fue puesto a disposición de las autoridades competentes. Agencia de Noticias de Ejército.


LA ERA DE LOS HERMANOS AEROPUERTO


Nueve de las 38 personas capturadas en el operativo 'Segunda Generación' y que fueron trasladadas a Bogotá, se declararon inocentes por los delitos que les imputó la Fiscalía. El Fiscal 42 de lavado de activos les atribuyó a Humberto, Jaime y María Alexandra Rodríguez Mondragón, hijos de Gilberto Rodríguez Orejuela, el delito de lavado de activos.Por su parte, a Carlos Ramos Cerón, Andrés Felipe Idarraga, Lucila Gutiérrez de Roa, Alfredo Roa Mejía, Edelmo Cerón Herazo y María Esperanza de los Ángeles Herrera, les imputó el delito de testaferrato. Durante la diligencia, Humberto Rodríguez Mondragón, señaló que los hechos, por los cuales son investigados, no tienen el suficiente fundamento. Dijo que la información entregada por Gustavo Romy, testigo bajo protección de los Estados Unidos y excontador de los hermanos Rodríguez Orejuela, pertenece a una base de datos que ellos habían diseñado hace tiempo. "El señor Romy elaboró esa base de datos por sugerencia nuestra... Porque esa base de datos contenía toda la información perteneciente a las empresas del conglomerado de la familia Rodríguez Orejuela, todas ellas legalmente constituídas", precisó Humberto Rodríguez. Agregó que en el año 2006 renunciaron a defenderlas, por el acuerdo firmado con el Gobierno de los Estados Unidos, bajo el aval de la Fiscalía General de la Nación. De otra parte, aseguró, que nunca han roto el convenio firmado con el Gobierno estadounidense, como supuestamente se viene afirmando. "Lo rompemos en forma individual si nos demuestran o nos vencen en el juicio. Y seríamos los hermanos y el señor Idarraga, que también es firmante del acuerdo, los que quedaríamos por fuera del acuerdo, no los 28 firmantes", agregó. Por su parte la Fiscalía, que basó parte de su investigación en 20 cajas con información contable y declaraciones entregadas por Gustavo Romy, argumentó que todo ha sido verificado acuciosamente y con estudios económicos.


LA VIDA DE L CAPO DE CAPOS PABLO ESCOBAR :
Si existe un nombre en este país y quizas en el mundo que no necesite de ninguna referencia es sin duda el de Pablo Escobar Gaviria. El 2 de diciembre de 1993 cayo el capo del cartel de Medellín y nacía un mito. Desde entonces, la tumba más visitada del cementerio de Montesacro es la de Pablo Emilio Escobar Gaviria, "el muerto más visitado de Colombia", un hombre que comenzó alquilando bicicletas y cómics cuando era niño y terminó poseyendo una fortuna de miles de millones de dólares y un poder que hizo tambalear los cimientos de una nación. Así, a lo largo de su historia, Escobar aparece a veces como un guerrero que despertó la admiración de sectores excluidos que lo consideran un héroe, y otras como un villano que hizo de la muerte un negocio para someter al Estado y a la sociedad.
Su figura y vida ha tomado proporciones míticas tanto en nuestro país como a nivel mundial. En los años 80 fue uno de los diez hombres más ricos del mundo según datos de la revista Forbes. En los 70 un delincuente menor con una única visión: o en sus propias palabras, convertirse, antes de su muerte, en el narcotraficante más importante del siglo XX. Pablo Escobar sin duda lo consiguió.
Nacido el 1 de diciembre de 1949 en la comunidad campesina conocida como El Tablazo, cercana al departamento de Antioquia. Cursó estudios de bachillerato en una escuela de Medellín donde distintas versiones indican que se unió a una banda que se dedicaba a robar lápidas de los cementerios para luego venderlas. De ahí pasó al robo de autos y muy pronto se vio involucrado en el tráfico de marihuana.
Entre 1970 y 1973, cuando se comenzó a hablar del ingreso del alcaloide a Medellín procedente de Perú y Bolivia, Escobar Gaviria ya servía de conexión para el transporte de enervantes y materia prima para procesar cocaína. Concibió y construyó pistas clandestinas dentro de sus múltiples propiedades (Hacienda Nápoles entre muchas) por donde partían y llegaban flotillas de aviones pequeños, piloteados por colombianos, peruanos, bolivianos o norteamericanos. Segun el escritor y periodista Edgar Arias Torres autor del famoso libro "Mercaderes de la Muerte" este fue el marco en el que Pablo Escobar comenzó a amasar, casi dos décadas después, los miles de millones de dólares de su fortuna.
A principios de la década de los 70, realizó múltiples obras de beneficio a la comunidad con dinero proveniente de la droga, lo que le permitió ganarse un gran número de simpatizantes. Del sicariato como del deporte, Pablo Escobar fue uno de sus mayores inversionistas, pero no su tutor o patrocinador de raíz. Cierto es que gracias a las canchas de fútbol que él mismo construyó en los barrios marginados de Medellín y Envigado fichó a las principales figuras de este género delictivo.
Debido a sus múltiples obras benéficas consiguió el apoyo popular de grandes sectores marginados que vieron en el su única alternativa para salir de la agobiante pobreza. Con su apoyo logró ingresar a la Cámara de Representantes por el nuevo liberalismo.
En 1982 Pablo Escobar Gaviria asistió a la posesión de Felipe González como presidente del gobierno español. Escobar, parlamentario colombiano en aquel entonces, fue invitado por el Partido Socialista Obrero Español a la ceremonia antes descrita, en otro de los hechos que corroboran su título como el capo de la mafia que mayor trascendencia política, social, económica, judicial, cultural y hasta deportiva tuvo en el siglo XX.
Una vez en el mundo de la política, no tardaron en identificarlo. Pablo Escobar fue expulsado por sus honorables colegas de partido político, en 1983, (donde aún tras su expulsión mantuvo su influencia), y pronto comenzó a exterminar a todos los que lo denunciaron públicamente, (entre ellos el Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla) siguiendo no sólo su modalidad de acallar testigos, sino que también utilizó otras plataformas de violencia y corrupción que ya estaban montadas, como las escuelas de sicarios.
Crecido en un barrio popular que irónicamente se conoce como La Paz, fue huésped de muchas potencias mundiales incluyendo Estados Unidos, desde cuyos cuarteles de defensa se montaron múltiples operativos junto con la policía y el ejercito de Colombia para aniquilarlo.
Acusado del magnicidio de Luis Carlos Galán Sarmiento, jefe del nuevo liberalismo, Pablo Escobar pareciera ser en ese instante de nuestra historia el culpable de todas las desgracias en Colombia.
Las autoridades le atribuyen en 1989 el hacer estallar un avión de Avianca en pleno vuelo; 197 personas murieron inocentemente, con la intención de asesinar al entonces candidato Cesar Gaviria Trujillo, quien había recibido las banderas del nuevo liberalismo.
En diciembre del mismo año un autobús-bomba estalla frente al edificio del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), sede de la policía secreta, que causó 70 muertes y 500 heridos. Estos tenebrosos atentados y muchos otros mas tendrían entonces una huella inconfundible a juicio de las autoridades colombianas: Pablo Escobar Gaviria. Consecuentemente es declarado entonces el enemigo publico numero 1 de la nación.
Después de prácticamente acorralar al país y arrinconar al gobierno entonces presidido por Cesar Gaviria Trujillo, Pablo Escobar se entrega a la justicia en junio de 1991, con la condición de no ser extraditado a los Estados Unidos. El mismo provee su propia cárcel llamada "La Catedral", la cual mas que un sitio de detención es catalogada como un hotel cinco estrellas. Trece meses mas tarde al ser Pablo Escobar notificado por el propio gobierno que será trasladado de prisión emprende su fuga el 22 de julio de 1992, convirtiéndose en el suceso internacional más bochornoso que Colombia pueda recordar.
Se desatan multiples escandalos y reina la confusión que se riega como pólvora incendiando la dignidad y la competencia de un gobierno, de un pueblo y de toda una nación. Pablo Escobar está libre nuevamente y para muchos peor aún, fortalecido.
El gobierno arrinconado y desesperado crea entonces un cuerpo de élite conformado por 200 efectivos de la Policía y el Ejército colombianos, apoyados estrechamente por todos los cuerpos estatales de seguridad de los Estados Unidos.
Entra a operar el Bloque de Búsqueda liderado por el entonces Ministro de Defensa Rafael Pardo. La cacería no da tregua hora tras hora, dia a dia y mes a mes. Se realizan cientos de operativos y rastréos con la tecnología mas sofisticada existente pero no logran encontrar nada diferente al almuerzo caliente del capo en sus mejores aproximaciones.
Colombia en medio de su frustración no tarda en percibir que la tarea de capturar al Capo iba para largo. País de contrastes no ve alternativa diferente a tomar dicha cacería con un timido humor nervioso. Las columnas en los diarios, los caricaturistas y hasta los programas humorísticos sacan partido de cada nuevo intento fallido del Bloque de Búsqueda.
Diez y seis meses después, tras de una ardua, intensa y sofisticada cacería y sólo protegido por un escolta que también murió en el operativo intentando cubrir la huida de su "patrón", Escobar fue localizado gracias al rastreo electrónico de dos llamadas telefónicas que hizo a su familia en Bogotá.
"A Pablo le quitamos las fortalezas. Se desvertebró la red de taxistas y de bíper que lo protegía. Se empezó a diezmar la estructura que él llamaba militar, pero que era una estructura de delincuentes y sicarios", dice el general Jorge Daniel Castro Castro, quien comandó el cuerpo Élite que debía lograr la captura o la muerte de Escobar.
Las autoridades dieron de baja en enfrentamientos a algunos de sus hombres fieles. El Palomo, Tyson y Chopo, murieron, y otros hombres denominados por las autoridades como "importantísimos" en el cartel, fueron capturados. "Poco a poco esas medidas permitieron que él se fuera quedando solo y comenzara a desesperarse", comenta el general Castro.
Las autoridades impidieron además la salida de sus hijos hacia el exterior, aunque contaban con visas legales expedidas por la embajada estadounidense. La estrategia de acosarlo y agotarlo fue para la policía el medio para aniquilarlo.
Sus perseguidores localizaron el lugar de origen de las llamadas y encontraron en la vivienda prácticamente indefenso al otrora jefe de un ejército de pistoleros que obedecían ciegamente sus órdenes.
Aunque Escobar opuso resistencia disparando al mismo tiempo dos pistolas mientras trataba de escapar por el tejado de la casa en la que se había ocultado tiempo atrás, no logró eludir el fuego de la fuerza élite y su robusto cuerpo se desplomó con el rostro cubierto de sangre.
Aquel 2 de diciembre de 1993 será recordado por el mundo como el día en que murió el gran capo. Tras su muerte, considerada por Estados Unidos como un éxito, muchos respiraron con más paz, pues sabían que Colombia jamás podría permitir que otro hombre adquiriera el poder y manejara la perversidad que manejó Pablo, quien no parecía distinguir entre el bien y el mal, como lo dijo un escritor.
Su muerte no sólo fue celebrada en el lugar por sus verdugos que con expresiones de satisfacción posaron para las fotografías junto al cadáver como si fuera un trofeo: también lo fue por los colombianos en general, encabezados por el presidente de la República, César Gaviria, ex-secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA).
El júbilo también llegó hasta Washington, que a través de la embajada de Estados Unidos en Bogotá calificó la muerte de Escobar como un "éxito".
En efecto, con Escobar desaparecía el cerebro de la campaña más sangrienta de terrorismo indiscriminado que haya azotado a este país, de por sí habituado a convivir desde hace décadas con un estado permanente de violencia derivado del enfrentamiento armado de las guerrillas izquierdistas contra el Estado.
También quedó el mito. Algunos habitantes de los sectores nororientales de Medellín afirman que el Patrón aún se pasea por las calles, como un ciudadano común, un nuevo narco de bajo perfil.
Escobar, quien durante su vida emuló al histórico jefe mafioso estadounidense 'Al Capone', había sentenciado su propia suerte: "prefiero una tumba en Colombia a una celda en Estados Unidos", lema con el que justificó su guerra contra la extradición a ese país.
Sobre las tejas de barro rojo abrasadas por el sol primaveral que la tarde del jueves 2 de diciembre de 1993 brillaba sobre Medellín (noroeste) quedó tendido el cuerpo inerte de un ciudadano colombiano llamado Pablo Escobar Gaviria ('el patrón', 'el rey', 'el benefactor', 'el capo', 'el criminal', 'el mito', ) pero mas que eso, quedó tendido un testimonio de lo que una nación puede llegar a experimentar cuando el poder del narcotrafico ciega la conciencia de los hombres.
Al momento de su muerte, la revista Semana de Bogotá describía así la huella que marcaba en la historia de Colombia:
"No dejó gobernar a tres presidentes. Transformó el lenguaje, la cultura, la fisonomía y la economía de Medellín y del país. Antes de Pablo Escobar los colombianos desconocían la palabra sicario. Antes de Pablo Escobar Medellín era considerada un paraíso. Antes de Pablo Escobar, el mundo conocía a Colombia como la Tierra del Café. Y antes de Pablo Escobar, nadie pensaba que en Colombia pudiera explotar una bomba en un supermercado o en un avión en vuelo. Por cuenta de Pablo Escobar hay carros blindados en Colombia y las necesidades de seguridad modificaron la arquitectura. Por cuenta de él se cambió el sistema judicial, se replanteó la política penitenciaria y hasta el diseño de las prisiones, y se transformaron las Fuerzas Armadas. Pablo Escobar descubrió, más que ningún antecesor, que la muerte puede ser el mayor instrumento de poder."